EL ESPEJO
Alguna vez sonaba el teléfono, su hijo, llamada breve, con sonido de fondo de teclas, faxes, conversaciones bursátiles de una multinacional… - En cuanto tenga tiempo iré a verte Mamá – de esto hace casi un año desde que se vieron por última vez en la misa recordatoria del fallecimiento de su padre.
Ella colgaba con una sonrisa, disculpando y entendiendo que aquella empresa requería más de su presencia que ella.
Cuando era jovenzuela conoció a D. Manuel, hombre delgado, canoso, alto, apuesto y de poesía de pluma abrumadora; Dª Pilar atractiva, de largas pestañas y curvas pronunciadas.
D. Manuel era ferroviario, pasaba muchas noches fuera de las sábanas que Dª Pilar había lavado a mano con jabón hecho en un barreño removiendo sin cesar.
Vivían en una comunidad de ferroviarios donde las puertas de las casas en raras ocasiones se cerraban, “Mi casa es tu casa”. Qué de secretos inconfesables guardan aquellas reuniones de “Pilares” en el rellano de la escalera.
Con el tiempo, aquella comunidad fue llenándose de visitas esporádicas de nietos, fueron desapareciendo los “Manueles”; ahora el rellano, con ascensor, invento que Dª Carmen la del 4º agradeció, se convirtió en viudas con historias y avatares dignas de un buen libro.
El gran secreto, capricho y fuga del rellano de Dª Pilar, su Café Central, qué pensarían las “Pilares” ¡Qué hace una mujer sola en un bar!.
Allí, mirándose en aquel espejo de concha dorado, veía nuevamente a aquella jovenzuela sensual, de largas pestañas y de curvas pronunciadas sin fin e irresistibles que tan loquito habían vuelto a D. Manuel, y en su mente sin cesar, a él le encantaba mecer sus caderas con “As time goes by…”
escrito por Ana
4 comentarios:
bonita historia, tiene aspecto de ser real.
Confesiones de mi abuela Pilar..., aunqueee... seguro que algún secretillo se ha quedado para ella, para ambos... :)
parece digna de un libro, esta historia!!
las abuelas que modernas han sido...
Charito tiene 82 tacos. Pero ella se siente como una pipiola de 20, nada de llamarle Rosario, no no. Charito.
Se maquea y encopeta con chispa. Rimela sus pestañas, tiñe sus canas, no sale "jamás" a la calle sin el rouge y nunca sin sus zapatos de tafilete. Por muy mala que esté, aunque su tensión ande por las nubes y su cabeza le haga dar camballás de un lado a otro de la acera, "no sin mis tacones".
A ella no le falta su Paco, de igual edad y padeceres semejantes. Aún se tienen el uno al otro y se toman de la mano para ir a dar su paseo diario, si el tiempo no lo impide, a su parque de toda la vida: El Retiro.
Sin embargo, Marta e Isabel, caminan solas desde hace uno y dos años. Y a Liber, se le está yendo su Manolo... el domingo lloraba haciéndose a la idea del "le voy a echar mucho de menos".
Parejas desparejadas.
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